3/4/16

Consumir menos carbohidratos mejora la salud cardiovascular [3-4-16]


Consumir menos carbohidratos mejora la salud cardiovascular

Un grupo de investigadores concluyó que limitar el consumo de carbohidratos en la dieta disminuye el riesgo cardiovascular.


No es ningún descubrimiento el hecho de que, para reducir el riesgo cardiovascular, es necesario, entre otras cosas, restringir drásticamente el consumo de grasas saturadas y de sal para disminuir así el nivel de colesterol malo (LDL) en sangre y la tensión arterial, respectivamente. Sin embargo, no termina de estar claro qué otros nutrientes juegan un papel determinante como cardioprotectores.

Un estudio publicado en el último número de la revista The Journal of the American Medical Association (JAMA) y presentado en la reunión de la American Heart Association (AHA, sus siglas en inglés), que ha tenido lugar en Dallas, EEUU, ha arrojado algo de luz sobre este tema. Según argumentan sus autores, la dieta convencional que se receta a los pacientes en situación peligrosa (los que tienen el colesterol algo elevado, una presión sanguínea en el umbral de la hipertensión o que sufren esta patología en su grado leve) reduce el colesterol malo, pero también el bueno (HDL) y no tiene efectos sobre los triglicéridos; dos parámetros que también sirven para intuir el riesgo coronario. El motivo de este beneficio limitado es, al parecer, un pequeño fallo a la hora de distribuir la proporción entre los principales grupos de alimentos: proteínas, grasas y carbohidratos.

Cambios

Para demostrar su hipótesis, los científicos escogieron a un grupo de 164 voluntarios con hipertensión leve o cuyas cifras indicaban que estaban a punto de padecerla. Todos consumieron, alternativamente y durante seis semanas, tres tipos de dieta cardiosaludable baja en grasa saturada, colesterol y sal y rica en vegetales, frutas, fibra, potasio y otros minerales.

Lo que las diferenciaba era que una hacía énfasis en el consumo de hidratos de carbono (pan, pasta, patatas, arroz y cereales), otra en el de proteínas (la mitad de ellas vegetales) y, la tercera, en el de lípidos monosaturados (los más beneficiosos para el corazón, presentes en el aceite de oliva, colza o girasol).

Al finalizar cada régimen, se evaluaron la concentración de lípidos en sangre y se tomó la tensión. Además, se hicieron análisis de orina para detectar cualquier anomalía derivada de las variaciones dietéticas.

Si bien todos ellos lograron reducir la presión sanguínea y el nivel de LDL (y, en consecuencia, el riesgo cardiovascular), sólo los que potenciaban las proteínas y los ácidos grasos insaturados lograron resultados verdaderamente significativos, sobre todo el primero. De hecho, estas dos dietas incidieron positivamente, además, sobre el colesterol total (la proporción entre el bueno y el malo) y los triglicéridos (lípidos perjudiciales para las coronarias). Así, según las observaciones, la alimentación eminentemente proteica logró hacer descender en un 21% la posibilidad de sufrir un evento cardiovascular; la de las grasas monosaturadas hizo lo propio en un 20% y la que potenciaba los carbohidratos se quedó en un 16%.

En definitiva, «sabemos más acerca del papel de los macronutrientes y hemos determinado que la dieta cardioprotectora convencional se puede mejorar», afirman los autores.

Matices

Estos se han apresurado a aclarar que con su trabajo no quieren ensalzar las dietas hiperproteicas (tipo Atkins) que hacen furor para perder peso. «Queríamos determinar el efecto de los diferentes macronutrientes sin que el adelgazamiento alterase el resultado», explican. Así, los participantes de esta investigación tenían sobrepeso, pero las dietas no les hicieron perderlo de manera significativa, ya que todas aportaban aproximadamente las mismas calorías.

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